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En el cuerpo

Anoche en la milonga me acordé de cuando a veces bailando, por ejemplo con un bailarín de tango del que me había enamorado, sentía que me ablandaba el plexo solar, como si pusiera toda la energía para que yo estuviera bien y a veces después de haber bailado con él, si bailaba con alguno que no estaba en relación escuchándome en el tango, sentía que me robaba lo que me había dado. Otro día con una vecina sentí que me quería robar porque había venido Sonia, una de mis amigas más queridas, a buscarme, pero ella había entrado y me había abierto la puerta, no la saludé y se quejó de eso, pero no dije nada. Yo digo que no es la enfermedad que cambia la posición política, pero hace emerger lo que ya hay. Yo no soy agresiva con quien no me busca y solo una vez lo fui durante un brote.   Encontré mis “trabajos delirantes” en palabras de una agenda del 2011, o sea los hice en la segunda crisis que duró mucho más (7 meses más o menos):   Luciana = Luz y Ana sin piel, sensible a las co

Cuando me volví crónica para la psiquiatría

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El episodio de Rosario de septiembre del 2008 duró bastante poco, ya al cabo de los primeros 3 meses no tenía más ideas paranoicas y las alucinaciones se acabaron luego de una semana, me costó un año de psicofármacos. Después de que se fueron las voces me sentí vacía, no quise tomar anti-depresivos, pero era difícil estar sola, después de tanta compañía y apoyo, porque mis voces me alentaban. Otros efectos de la cura farmacológica fueron dormir tanto, dejar de ser el centro del mundo. Luego decidimos con la psiquiatra que como me había curado, podía dejar la terapia farmacológica, obviamente en modo gradual y monitoreado. Debo decir que no me cuidaba porque seguí tomando mucho alcohol cuando salía a veces me emborrachaba, y de vez en cuando lo mezclé con cannabinoides (marihuana o haschisch). O sea que al final me vino otro brote en agosto de 2011. Desde ese momento y gracias al hecho que me acordé que antes había tenido otros brotes no curados con medicinas pero delirantes igualmente,

Señales

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                                                                                            Luciana/Ana, ¿le tenés miedo a la soledad? Protejo a quien me sostiene transistores me permiten escucharles animarme Microchip en mi bocho   Con Alinés tomamos un taxi para ir a la Terminal de ómnibus y me acuerdo de que pusimos su valija adelante. Yo no sabía cómo me “tenía” que vestir por todos los significados de los colores y por no saber en qué bando me podía confiar. En este juego de manipulación yo imaginaba que las personas estaban divididas por los colores que llevaban y que cada color tenía un significado, el verde la naturaleza, etc. Me puse la pollera de todos colores y las alpargatas doradas que todavía no había interpretado. En el viaje a Buenos Aires seguí delirando, yo tenía que programar el taller que iba a hacer ese mismo día sobre Arcoíris del Deseo (técnicas del TO para trabajar sobre las opresiones intrapsíquicas) en el que al final no participé porque estaba lit

Otros delirios

                                                                                                                              El mundo a veces sueña salgo en bici con globos a buscar cielos para conversar Escucho entre líneas me siento subversiva puedo vivir otras vidas. Privilegio de empoderarme hablando de poder contar Mis delirios hablan y no me voy a callar La última mañana en Rosario había pasado la noche en casa de mi amiga Alinés, pero casi no había podido dormir, porque a la tardecita había venido Sole a saludarme y me había dicho que no entraba porque iba a calle Italia. Entonces yo había pensado que me quería decir que iba a estar bien en Italia. Alinés me había mostrado unos artículos que tenía sobre las drogas y la verdad que no lograba concentrarme mucho porque trataba siempre de descifrar entre líneas porque pensaba que no podía hablar libremente. Esa noche había una fiesta en lo de su vecino de abajo en donde hablaban de Susana Giménez, una conductora de

Tántrico

                                                                                 Me arrancan la piel y respiro para dejar la muerte. Mi entierro, flores en mi pelo rituales para comunicar lleno de sangre mi imaginario y me sumerjo con miedo a mirarme en el espejo ¡Me veo monstruosa!   La primera vez que nos besamos con Tántrico nos habíamos quedado a dormir en casa de Sole y Colo, y allí me empezaron a venir las paranoias. Era antes del LSD, sentía que Sole y un amigo suyo que no volví a ver, hablaban de mí y decían que no podían hacerme algo porque yo tenía el buzo rojo que me protegía del mal de ojo. Entonces le pedí a Sole que habláramos en privado y le conté mis miedos y ella me dijo que su casa era un Manicomio. También me dijeron que les hubiera gustado que yo me fuera a vivir con ellas ahí. No me sentía cómoda, Colo quería dormir conmigo, pero yo le tenía miedo, la veía un poco como un “diablo” si bien como ya dije yo no crea en eso. Era como la parte más provo

Lo-cura

                                                                                              La primavera está en aquel árbol para mí, barriletes dibujan risa infantil Señales que sigo como “pupa” Recupero mi fuerza en mi ideología y mis herramientas Tengo raíces poderosas vi muchas cosas conexiones peligrosas Hace unos años en un cumpleaños mío, otra mujer, de capricornio como yo, me dijo que cuando se adoraban las divinidades naturales se creía que quien nacía el 22 de diciembre “abría puertas perceptivas”, mientras que quien nacía el 6 de enero las cerraba y en esos 15 días estaba el caos, la gente que nacía ahí (como yo que nací el 28 de diciembre) podía comunicar con los Dioses. Pensando en eso me acordé de mi crisis y tuve la tentación de pensar “¿quién sabe si yo comuniqué extra-sensorialmente?” En realidad la respuesta fue casi inmediata: ¡NO! De hecho soy atea y todo lo que tenga que ver con la espiritualidad en general me asusta. Igual pensé, quién sabe cómo

¿Y por qué el viaje? Qué tipo de alucinaciones tuve

  En ese mismo período me costaba mucho seguir el discurso concreto y material de Adrián, mi primo que me hospedaba. Él me hablaba del dinero que yo tenía que sacar del Banco, de hecho cuando fuimos juntos a hacerlo yo sentía que tenía que poner demasiada energía, que no podía, no recordaba la clave del cajero y me senté en el piso. Luego encontramos a un artista callejero y me acuerdo de que le di dos pesos porque sentía que, en ese momento, el número dos nos habría hecho bien a mí y a mi primo. Me parecía que la gente que estaba alrededor mío decía que visto que el artista me gustaba podía comprarlo, me sentía una privilegiada europea como si pagara las prestaciones de una “prostituta” y el dos fuera nuestra unión simbólica para no tener que hacerlo de verdad. En ese momento sentí como si la cabeza se parase por un segundo, se apagasen los ruidos y recuerdo que fue ahí que dejé el billete, como si una persona buena entre el público me hubiese sugerido mentalmente la solución simból