Cuando me volví crónica para la psiquiatría

El episodio de Rosario de septiembre del 2008 duró bastante poco, ya al cabo de los primeros 3 meses no tenía más ideas paranoicas y las alucinaciones se acabaron luego de una semana, me costó un año de psicofármacos. Después de que se fueron las voces me sentí vacía, no quise tomar anti-depresivos, pero era difícil estar sola, después de tanta compañía y apoyo, porque mis voces me alentaban. Otros efectos de la cura farmacológica fueron dormir tanto, dejar de ser el centro del mundo. Luego decidimos con la psiquiatra que como me había curado, podía dejar la terapia farmacológica, obviamente en modo gradual y monitoreado. Debo decir que no me cuidaba porque seguí tomando mucho alcohol cuando salía a veces me emborrachaba, y de vez en cuando lo mezclé con cannabinoides (marihuana o haschisch). O sea que al final me vino otro brote en agosto de 2011. Desde ese momento y gracias al hecho que me acordé que antes había tenido otros brotes no curados con medicinas pero delirantes igualmente, mi diagnóstico cambió a “Episodios Psicóticos Recurrentes”: pasé a ser crónica y mi psiquiatra me dijo que tendría que tomar medicinas por toda mi vida para poder vivir bien. Para escribir esto tuve que consultar el informe clínico de mi psiquiatra, porque me olvidé las fechas y al principio había escrito todo confundido, pero no fue así, tuve largos períodos de “normalidad” como ahora mismo. Desde el segundo brote sé que tengo tendencia a tener otros y tengo que cuidarme. Por el momento me cuido tomando medicinas y no fumando más porros, ni emborrachándome y teniendo mucho cuidado en dormir bien y por lo menos 7 hs.

 

El segundo brote fue distinto; empezó gradualmente. Lo tuve después de un año sin medicación y por no ser muy firme en mi conducta. Digamos que si había algún porro de marihuana me lo fumaba y tampoco me cuidaba mucho con el alcohol (en mi primera salida oficial con mi actual pareja estuve tan mal por haber mezclado ambas substancias que se tuvo que quedar conmigo en la casa de mi compañera de teatro, sosteniéndome la cabeza mientras vomitaba). A eso se sumó el estrés de trabajar gratis “como loca” en un proyecto que en teoría era para realizar nuestros sueños: habíamos conseguido gestionar un teatro con un grupo de amigues y artistas recién conocides con les que parecía haber onda, pero que al final se convirtió en una lucha por el poder donde de a poco fui dejando de abrir la boca para decir lo que pensaba por miedo a las críticas. Y como gota que rebalsó el vaso participé de un taller sobre técnicas intrapsíquicas con un chamán-psicólogo que al finalizarlo explicó que el objetivo de su trabajo había sido el de “partir por el medio a las personas para luego reconstruirlas”.

Este taller formaba parte de un festival que se realizó en Roma durante el cual tampoco pude dormir mucho, los colchones estaban en el piso y de noche había fiestas con música a todo volumen. Si bien el organizador, Olivier, me había prestado tapones para las orejas estaba tan movilizada por todo lo que pasaba en el día que no lograba dormir lo suficiente. La última noche, encima, después de la obra conocí a un chico muy extraño que por un lado me atrajo mucho físicamente y por el otro sentí como una amenaza. Me pareció manipulador porque quería que le diera el título de un libro de Boal para saber de qué se trataba, pensé que quería coleccionar saberes, dado que citaba a varios, pero de modo superficial. Mi relación con los hombres se repetía.

A la mañana siguiente, mientras tomaba el tren de vuelta a Modena lo llamé y me contó que le había hablado de mí a su abuela. Sentía el miedo de ser siempre protagonista de la peli “The Truman Show”, luego lloré mucho durante el viaje y al final, en un raptus de miedo, borré su número de teléfono y nunca más supe de él. Él tampoco me buscó, pero me había dicho que no lo haría porque yo tenía novio. Se ve que no me podía permitir el goce, era ése mi miedo... ¡mi culpa de mujer de la que podía salir sólo enloqueciendo! Me sentía muy extraña, no había dormido nada en toda la noche, porque había estado con ese chico.

Esa misma mañana el “chamán” me parece que nos dijo putas a mí y a una compañera con la que llegamos tarde a una cita con él. Y eso me retumbó... Fuimos a la casa de Olivier y me acuerdo de que no lograba comunicar con la gente. Me costaba menos con las mujeres, yo creo que porque, como ya dije, percibía todas las emociones a flor de piel y por lo tanto si me hablaban hombres muy racionalmente me sonaba falso y manipulador. ¡Entonces no me quedó otra que enloquecer!

Volví de Roma muy sensible, me ponía a llorar bastante fácilmente y ahí empezó mi segundo brote diagnosticado en agosto del 2011. Esta vez nos costó encontrar un remedio que diese resultados y tardamos 5 meses en curarme.  

En aquella época, como ya dije, gestionaba un teatro con un grupo y les demás no se dieron cuenta de lo grave que estaba. Recuerdo que una noche el grupo presentó una obra y yo cociné empanadas y todo el mundo decía que eran ricas, pero yo sentía que lo hacían por falses. Hace poco una chica de ese grupo me dijo que recién esa noche se había dado cuenta de mi estado cuando le pregunté por un símbolo que habían escrito sobre una botella. Yo eso no me lo acuerdo, pero empecé a sentir que también ellos estaban luchando por mí, para apoyar a mi familia.

Hasta que empecé a sentir que ellos también habían visto la ventaja de poder manipularme y entonces empecé a tenerles miedo y a ver hechizos por todos lados. En un momento por ejemplo encontré un comentario a una obra que estaba firmado con mi mismo nombre y mail pero no era mi letra. Otra vez encontré en un cenicero, un arito que me había hecho un chico brasileño y que había perdido: estaba roto y me pareció quemado. Cuando, tras haberme ido del grupo, fui a recoger mis cosas, el patio estaba lleno de hojas secas y me pareció un ambiente macabro. La presidenta del grupo había sido mi mejor amiga con la que luego, con el tiempo, reanudé la relación. En un encuentro que hicimos me dio un consejo que me asustó más que ayudarme y por el cual no la quise ver por casi un año. Ella me aconsejó que leyera un libro que se titulaba “Senza via di scampo” (sin salida). En ese momento yo no era capaz de relativizar, no era “impermeable” a nada, hasta las noticias de la TV me hacían “sangrar... sudor y lágrimas”. Como ya dije me sentía como sin piel, hace poco vi una peli sobre Janis Joplin donde sus amigues decían que era como una esponja que detectaba todas las emociones sin filtros y yo también estaba así, tal cual.

 

Igualmente, durante esta segunda crisis hice muchas cosas. Trabajé como censista. Fue bastante extraño entrar en casa de la gente estando así como estaba; en teoría era un trabajo simple, pero de hecho no lo es: tenía que entrar en relación con todas esas personas, sintiendo que todo lo que hacían o decían estaba cifrado y yo tenía que interpretarlo. Me acuerdo de una viejita que me regaló una caja de chocolates. El trabajo me gustaba, pero me cansaba mucho, además de que nevaba y yo, como siempre, me movía en bicicleta. Recuerdo que si bien me propusieron más trabajo, que yo habría podido hacer, no acepté porque lo interpretaba como una señal de peligro. Cuando mejoré me arrepentí, pero quizás viéndolo ahora fue mejor así.

Encima, en ese período ocurrían varias cosas importantes de las que era protagonista. Por ejemplo, terminaba un taller que estaba dando en un parque con la presentación final de obra de Teatro Foro público. Esta técnica del Teatro del Oprimido consiste en la presentación de una escena con una pregunta, que plantea un conflicto (opresión social) y en la posibilidad para les espectadores de intervenir como espect-actores tomando el lugar del oprimide o de potenciales aliades para transformar la situación. Me acuerdo de que mientras conducía el Foro pensaba que la gente hablaba de mí para ayudarme pero que un espect-acter quería hacerme daño porque intervino bromeando sin darle peso.

Pero no fue la única vez en la que hice de curinga (facilitadora o como decía Boal “problematizadora”). También habíamos organizado el Festival Nacional de Teatro del Oprimido (TO) en nuestro Teatro en Modena y en la Universidad de Bolonia donde varios activistas del grupo Krila de TO tienen cátedras. Había venido Barbara Santos (activista brasilera que trabajó por 20 años con Boal, el inventor del TO) y yo tuve que presentar el evento, ¡estaba tan nerviosa! ¡No sabía que decir! Presentamos el Teatro Legislativo proyecto que nos había creado frustración por la falta de participación de la gente del barrio. Habíamos tardado mucho en crearlo y lo habíamos articulado junto con varios grupos ya presentes en el territorio. Eso nos destruyó como grupo y tal vez también en lo personal influyó bastante en el estrés, yo puse mi cuerpo “psicótico” y la mente demente a conducir ante la mirada de Barbara y de todes les activistas nacionales. Sin ser aún una loca orgullosa, a veces me pregunto: ¿si ahora me volviese la crisis sería tan fuerte? ¿Con todo este orgullo que tengo ahora podría estar menos “presa de mi mente”? Mientras escribía este libro tuve la respuesta a esta duda: el último brote me duró cuatro días y tuve que tomar la mitad de dosis de la vez anterior para salir.

En el 2015 en Nápoles, durante un Festival Nacional de TO me alojaron en una casa con el activista Olivier, con el que no tenía una buena comunicación porque en un Festival anterior organizado por él me había prohibido participar a un taller. Antes de ese episodio habíamos colaborado juntos y nos apreciábamos, como ya conté antes, pero luego, si bien nunca nos peleamos directamente, nuestra relación se enfrió. En esos días nos acercamos, yo le presté unos tapones para dormir y la última noche que me quedé sola encontré uno roto. Sentí que tenía que escuchar a Olivier porque si no me iba a hacer mal, el tapón simbolizaba como mi cuerpo quebrado, una advertencia del poder que me manipulaba.

Me dio mucho miedo de volver a caer en delirios, después de algunos segundos pensé: “no pasa nada, son locuras” y me fui a cenar a lo de amigos. Para que no me quedara toda la noche en vela pensando en eso, al saber lo que había vivido, me invitaron a quedarme a dormir y si bien al principio pensé que tenía que volver y enfrentar mis miedos, decidí no ser siempre la mujer maravilla y me quedé a dejarme mimar. Mis delirios involucraban todo mi cuerpo, me acuerdo de que cuando se me acercaba mi abuela sentía como si me chupara toda la energía, no podía con eso, era demasiado, así como también me relajaba estar con ciertas personas.



"sliding doors... que hubiera pasado si hubiese escuchado mi instinto de defensa?” dibujo y delirio.

En septiembre del 2015 fui a Puerto Madryn en Patagonia al primer Festival Magdalenas Internacional. Barbara Santos y Alessandra Vannucci han creado los laboratorios Magdalenas con enfoque feminista al TO. Enfocado en la personificación de las ancestras hasta llegar a la primera mujer y descubrir que todas somos una unidad que con sororidad una se puede apoyar y sostener, pero también tenemos que tener la capacidad de andar solas. La deconstrucción de las buenas niñas como nos educaron desde chicas a ser: acogedoras, no violentas, etc… El análisis de la génesis y de las imágenes de los medios de comunicación que la cultura hetero cis[1] patriarcal impone al género femenino. Los grupos Ma(g)dalenas nacieron como necesidad de derrotar el patriarcado que hay incluso entre les artivistes de la red internacional. Mi amiga Caro no podía describirlo mejor, ella no había participado y me había visto antes de que yo fuera, me dijo “¡Te bajaron 10 cambios!”. Esa vez quedó ahí y no vino el brote, lo pude manejar.


[1] Las personas cis son las que se identifican en el sexo asignado al nacer.

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