Tántrico

                                                                                Me arrancan la piel y respiro para dejar la muerte.

Mi entierro,

flores en mi pelo

rituales para comunicar

lleno de sangre mi imaginario

y me sumerjo con miedo a mirarme en el espejo

¡Me veo monstruosa!

 

La primera vez que nos besamos con Tántrico nos habíamos quedado a dormir en casa de Sole y Colo, y allí me empezaron a venir las paranoias. Era antes del LSD, sentía que Sole y un amigo suyo que no volví a ver, hablaban de mí y decían que no podían hacerme algo porque yo tenía el buzo rojo que me protegía del mal de ojo.

Entonces le pedí a Sole que habláramos en privado y le conté mis miedos y ella me dijo que su casa era un Manicomio. También me dijeron que les hubiera gustado que yo me fuera a vivir con ellas ahí. No me sentía cómoda, Colo quería dormir conmigo, pero yo le tenía miedo, la veía un poco como un “diablo” si bien como ya dije yo no crea en eso. Era como la parte más provocadora, Sole más protectora, maternal y “Tántrico” el más débil romántico.

Después del trip, cuando ya estaba en Buenos Aires, sentía que él se había muerto en un accidente y había elegido salvar su alma conmigo, por lo que no tenía que dejarlo ir con todas las antenas de televisión y los taxis que podían robarme los pensamientos. Sentía que lo llevaba conmigo, hasta que en un momento se me despegó de encima. Estas que cuento son sensaciones físicas, sentí que me arrancaban una capa de piel de a poquito porque hacía falta esfuerzo y yo, para sobrevivir, ayudaba reteniendo la respiración. Volviendo a Tántrico, lo sentía tan frágil porque cuando pasamos por su casa donde vivía con su madre, sentí que ella nos tenía miedo, como si las chicas la estuvieran amenazando, y tuviese que hablar en código o hacer ciertas cosas para que yo y ellas no le hiciéramos daño a su hijo. Dijo que le dejaba hacer lo que quisiera en su habitación, que fuera libre y cerró la puerta en donde se veía la cama destendida. Yo me lo imaginaba a él saltando como un loco y pensaba que la madre no quería que yo poseyera la habitación con la mirada porque él tenía que liberarse.

La madre había dejado sobre la mesada de la cocina una cápsula de medicina verde y blanca que después asocié a los colores del último hospital al que fuimos en Bs. As., adonde me llevaron finalmente, luego de una semana de alucinaciones. En ese momento me pareció que Sole hubiese tomado el cuerpo de la psiquiatra y me dijera que no tenía que contar nada, pero yo sentí que, dado que había encontrado los mismos colores, habríamos podido re-encontrarnos con Tántrico y estar bien. Recuerdo que había policías en el hospital y me parecía que había gente torturada que pasaba por detrás de la psiquiatra. Me acuerdo también de un dibujo colgado en la sala de espera en el que se veían pájaros muertos.

 Yo no sé por qué fuimos a varios hospitales e imaginaba que estaba haciendo una búsqueda al tesoro, en un momento me sentí como en un programa de TV en el que re-encontraría a Tántrico como “Hola Susana”, loca con el cuento patriarcal romántico. 

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