Otros delirios
El mundo a veces sueña
salgo en bici con globos a buscar cielos para conversar
Escucho entre líneas
me siento subversiva
puedo vivir otras vidas.
Privilegio de empoderarme hablando de poder contar
Mis delirios hablan y no me voy a callar
La última mañana en Rosario había pasado la noche
en casa de mi amiga Alinés, pero casi no había podido dormir, porque a la
tardecita había venido Sole a saludarme y me había dicho que no entraba porque
iba a calle Italia. Entonces yo había pensado que me quería decir que iba a
estar bien en Italia. Alinés me había mostrado unos artículos que tenía sobre
las drogas y la verdad que no lograba concentrarme mucho porque trataba siempre
de descifrar entre líneas porque pensaba que no podía hablar libremente.
Esa noche había una fiesta en lo de su vecino de
abajo en donde hablaban de Susana Giménez, una conductora de televisión, yo pensaba que ella
era una diva de la gente que había pasado por lo mío, que todes estaban en la
misma, que Argentina estaba tan loca porque había gente que jugaba con las
mentes de les demás y no tanto por la crisis, corrupción, violencia, etc.
Recuerdo que la gente en la fiesta hablaba de que
encontraba fácilmente los Cds porque los tenía encelofanados... en un momento
me puse en un rincón y percibí un humo que me dio miedo porque no se entendía
de dónde venía... no lograba estar ahí... si bien tenían muy buena onda. Subí a
lo de mi amiga y empecé a colocar color rojo en todos los espejos (había
colgado mi bolsa de dormir en el espejo grande, etc...). Creo que Alinés se
asustó o no entendió nada cuando entró... luego fuimos a dormir y al amanecer
me desperté, no tenía mucho sueño, en ese período dormía poquísimo y si bien la
energía, también mental, después era muy baja dado que me requería mucha
concentración pensar continuamente, me despertaba sola, sin sueño.
Me desperté y pensé que Sole y sus amigos se
habían enojado conmigo por lo que había hecho la noche anterior con los espejos
y que se comunicaban conmigo a través del estado del cielo. Entonces leí una
poesía sobre el tiempo que tenía Ali en la mesita y el reloj marcaba las 05:50,
a mí me hizo pensar que esta cosa rara de tener el reloj capicúa fuera una
coincidencia tan mágica que debía tener un significado. Estaba convencida de
que podían manejar a través de una compu los colores del cielo y las nubes.
El gato de
Alinés estaba conmigo y miraba el cielo, parecía asustado y entonces yo pensé
que si no salía a enfrentarlos se moriría. De a poco se fue transformando en
una salida romántica, agarré una rosa que había al lado de la poesía, las
llaves de casa y salí en una bici con globos que encontré en el pasillo. Tuve
mucha suerte porque estaba tan poco consciente de lo que hacía que no me
acuerdo de haber prestado mucha atención al tráfico, es más tengo la sensación
de haber ido en contramano por Av. Pellegrini (una de las calles más
transitadas de Rosario). Seguía señales, mensajes de grafitis que me hablaban,
que me decían “Pupa” como mi vieja, seguía también los colores como el verde
que estaba relacionado con los naturistas y con una calcomanía de una radio que
hacía poco me habían dado.
Al final llegué a un árbol en una vereda tranquila
donde una mujer regaba el piso y vi una flor en una rama. Yo estaba buscándolo
a Tántrico que no me había podido “coger” y sentía que había llegado tarde y
por eso no lo habría podido encontrar y entonces se había muerto... pero me
había dejado una flor sobre el árbol. Volví en lágrimas y toqué timbre en
estado confuso ¡no entendía que yo tenía las llaves! Después le pregunté a Ali
por el gato y lo vi que dormía sobre la almohada, al lado de unas medias
rayadas que sentí que era una señal que Colo y Sole me habían dejado para decirme:
¡estás rayada, loca! Como si ellas se riesen de mí y mi romanticismo. ¿Serían
una parte de mí? Como si fuera un “poli en mi cabeza”, técnica intrapsíquica
del Teatro del Oprimido sobre los juicios interiorizados que cada une tiene que
enfrentar, que me juzgaba por ilusionarme con respecto al amor.
Siento que muchas imágenes e ideas que entonces se
me presentaron las fui haciendo mías, en este caso el hecho de concebir el
“amor romántico” como una herramienta de manipulación del patriarcado.
Cuando en el I Festival Internacional Ma(g)dalenas
vi las remeras con la escrita “El príncipe azul destiñe” empecé a pensar que es
gracias a todo el verso del “hombre protector” que las mujeres maltratadas
creen que el maltratador lo haga por su bien y que sea por demasiado amor. Si
bien yo, por suerte, nunca pasé por eso, sé que no soy inmune y que muchas
veces sufrí anulando mis instintos por la idealización romántica del hombre que
me gustaba, como por ejemplo cuando acepté el LSD en vez de seguir mi instinto
de protección y rechazarlo.
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