Mi primer brote diagnosticado
Como ya dije mi primer brote diagnosticado comenzó
con un LSD. Enseguida después de tomar la droga sentí que lograba comunicar
telepáticamente con el chico que me la había dado, con el que nos estábamos
conociendo y atrayendo. Yo quería tener sexo con él, él me había explicado que
practicaba sexo tántrico, y dado que me olvidé de su nombre lo llamaré así. Me
ofreció vino con LSD diluido 1/8 parte de la dosis personal en una botella que
según él podía ayudarnos. Si bien al principio rechacé su oferta, terminé por
aceptarla un poco por ignorancia y otro poco por curiosidad. Pero lo que me da
más bronca es que de alguna manera tuvo peso que se tratara de un hombre. En
las relaciones de pareja siempre dejaba que fuera el otro el que decidiera por
mí. Pero no vale la pena tratar de encontrar al culpable, ahora la veo como una
importante experiencia de vida, dolorosa, pero también como oportunidad de
enriquecimiento que pocas personas pueden contar con lucidez y distancia, desde
diferentes lugares y perspectivas: el de psicótica y el de “normal”.
Las sábanas eran azules. Yo no conocía mucho a
Tántrico, pero era enoclofóbico, no soportaba estar en medio de multitudes,
supongo que han sido todos esos ojos que lo impresionaron, porque hizo una
cara... y yo en esa dimensión hiper-perceptiva la entendí... no le dije nada,
pero luego las paranoias actuaron en mí re-interpretando todo eso. Pensé que el
azul de las sábanas aludía al control social (como el color del uniforme de la
policía), a protección desde la óptica de mi abuela y familia, pero del que yo
lo tenía que proteger a Tántrico.
A partir de ese momento empecé a ver así a todas
las personas que encontraba vestidas de ese color, como si me quisieran
proteger como a una niña. Una vez llegó mi primo con su mujer con anteojos de
sol y pensé que esa también era una señal de protección, pero doble. Como mi
primo que llamaré Alejandro también había tenido brotes psicóticos pensé que no
quería que se dieran cuenta les que me manipulaban como si pudiesen ver su
debilidad a través mío y tratar de manipularlo y por eso protegía sus ojos y
los de la mujer concibiéndose como una única cosa siempre juntos.
Volviendo a la noche psicodélica, cuando fuimos a
la cama después de haber puesto boca abajo todos los portarretratos, me parecía
poder comunicar telepáticamente con Tántrico. En cambio empezó la pesadilla
despierta.
Fue muy extraño para una como yo -que nunca creyó
en Dios y todo eso- haberme sentido poseída por el diablo, haber tenido
visiones de Tántrico lleno de sangre apenas se me acercaba y miedo de mí misma,
me sentía como si hubiese podido matarlo o hacerle mucho daño. Así que no
pudimos tener sexo y casi no dormí. En medio de la noche me levanté para parar
el reloj cucú porque: - me tenía loca ese ruido- como le dije luego a mi
abuela. Además, pasó otra cosa que me asustó: Tántrico encontró mi piedra del
chakra de la sexualidad en la cama, pero yo estaba segura de haberla perdido.
Esa tarde, pensando en la cita con Tántrico que terminaría en la cama, me puse
sobre el chakra de la sexualidad la piedra que me había regalado mi hermana
meses antes y, sin acordarme de sacármela, fui al baño a hacer pis y cuando me
di cuenta ¡no la tenía más! Me desesperé y pensé que esa era una señal de que
había perdido para siempre mi sexualidad. Como muchas mujeres siempre temí no
estar a la altura de lo que se espera que deba ser el orgasmo, todavía ahora me
sigue costando probarlo.
Aquella noche del LSD, Tántrico hizo cosas
extrañas (o que a mí en ese estado me parecieron raras), que me dieron un poco
de miedo, como por ejemplo barrió con una escobita chiquita la silla donde nos
habíamos abrazado que no estaba sucia o que no me pareció. Yo pensaba que era
por su superstición, mi abuela es un poco bruja, cura el mal de ojo, el empacho
y eso, y como él me había dicho que no le gustaba que la amiga que nos había
presentado hablara de que se había salvado durante el incendio de su casa
porque decía que tenía poderes de bruja, pensé que él lo percibía y tenía miedo
de los poderes de mi abuela.
Otra cosa que recuerdo de esa noche es que la
pastilla de LSD tenía una forma muy extraña (en realidad nunca había visto uno)
con el dibujito de un Buda con puntitos como tridimensionales que después
imaginé que podía ser un microchip gracias al cual estes amigues me leían la
mente y me trataban de manipular para alejarme de mis amigues y familia. No sabía
con cual objetivo, si para tener conexiones en Italia, o porque querían que
fuera a vivir con elles. En aquella época ya había empezado a soñar con ir a
India, al Festival de Teatro del Oprimido de Jana Sanskriti de West Bengala. El
Buda, quizás por eso, me pareció conectado a mi deseo.
Viajar a India era el
sueño que había empezado a tomar cuerpo desde hacía un mes, cuando en el Centro
de Teatro del Oprimido (CTO) vi el trabajo espectacular que hacía el grupo de
Teatro del Oprimido (TO) de Calcuta. Pero me pasó algo extraño respecto al
viaje durante un taller que hicimos con Tántrico y Sole, la amiga que nos había
presentado. Tántrico había decidido hacer una meditación sobre los chacras y
dado que era muy difícil la practicamos durante la preparación del encuentro.
En ese momento me sacaron una foto del alma, así dijeron cuando me mostraron
una mancha negra en la pantalla de la cámara y luego me dio miedo que elles la
tuvieran. Durante ese taller me pareció escuchar que Sole hablaba con una mujer
y comentaban que yo no estaba lista para ese viaje a India. Después de la
experiencia con el LSD volví a pensar en todo eso y a reinterpretar hasta
convencerme de que si hubiese viajado habría logrado poner fin al brote.
Tántrico me había dicho que el LSD lo había hecho
un amigo suyo con substancias naturales. Como ya dije me arrepentí de haber
probado, porque emprendí un viaje que podría haber sido sin regreso. Cuando se
lo conté a mi tío hippie me retó porque ese tipo de drogas son re-peligrosas.
Pero a pesar de todo no reniego de esta experiencia, que me ha costado tanto
pero que me está permitiendo aprender mucho de mí misma y de mi entorno.
A la mañana siguiente de la psicodelia me sentía
como embotada, no entendía... Tántrico llamó un taxi y me dejó a dos cuadras de
mi casa, creo. Me parece que fue ahí que entré en un kiosco y le dije al
kiosquero (que era un extranjero como me siento un poco yo en Rosario) que no
entendía, si él me podía explicar. Me sentía como si tuviese que descifrar
señales que dada mi emigración no lograba entender, él me dijo que sí, que para
entender lo tenía que besar o algo así... Por suerte algo de cordura me quedaba
y me salvé de que abusara de mí. Era de mañana, me fui del kiosco y el tipo me
siguió diciéndome que me quedara tranqui, que volviera que no me hacía nada
malo, y después de un par de cuadras me dejó ir.
De alguna
manera la experiencia psicótica, uso esta definición convencional para poder
hablar y hacerme entender, aunque no la comparto, significó una mirada profunda
sobre las cosas. Una amplificación perceptiva de lo que en general escapa a
nuestra mirada en el ritmo cotidiano. En esto, aunque estaba preocupada, mi
mamá me ha sabido acompañar en mis ritmos sin ansiedad. No piensen en nada de
místico, luego de esta experiencia aquellas cosas me dan miedo y las evito.
Estoy hablando de las pequeñas sensaciones de cómo nos podemos sentir y escuchar
el cuerpo cuando estamos con los sentidos abiertos al máximo, como sin piel,
como me siento yo en esos momentos. Obviamente hay también aspectos positivos
en todo eso.
“Mi autorretrato feliz” obra hecha gracias a la ayuda de una amiga durante delirios.
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