¿Cómo se me ocurrió contar mis locuras?
Soy Luciana/Ana, mujer,
pobre, desocupada, negra, migrante y…
¿psicótica?
Mi cuerpo sin piel,
manipulado por el patriarcado
Hierro fundido en mi
centro, duele
hiere
En silencio trato de no
dejarme ver.
¡Culpa!
Mi abuela me decía “por qué no escribís un libro
sobre tus viajes, dado que viste tantas cosas bonitas (Angola, México,
Guatemala, Cuba, Honduras, Perú, Bolivia, Brasil, Costa Rica, Palestina, India,
Marruecos, Alemania, España, Portugal, Polonia, Irán, etc.). Y después de tanto
insistir, mi abuela tenía 95 años así que repetía a menudo las cosas, se me
ocurrió escribir sobre mi viaje interior, mi “psicosis”.
En este
período estoy retomando los monólogos de la vagina. La autora dice explícitamente
que nombra la vagina como forma de resistencia al tabú que perpetúa la
violencia de micro y macro machismos. Bueno, me gustaría hacer la misma cosa
con la locura.
Empecé a pensar en escribir, como dije, a partir de la sugerencia de un viaje: ¿a dónde querría llevar a la persona que lo vaya a leer? ¿Cómo invitarla a deconstruir tabúes y opresiones que crean marginalidad y autorizan tratamientos violentos que se aplican a las personas como si fueran objetos? Por otro lado, creo que para encontrar alternativa a este sistema capitalista que es el mercado de los psicofármacos haría falta replantearse todo, incluso lo enfermizo que es y ¿quién mejor que una enferma etiquetada como crónica podría decirlo? A veces llego a pensar que incluso hay una tendencia a ver cualquier comportamiento no normalizado como patológico y que esto está al servicio del capital, ya que en el mercado de los psicofármacos están en juego los intereses de las grandes multinacionales farmacéuticas. Los psicofármacos parecen ser peligrosos para quien los toma durante mucho tiempo: bajan mucho la esperanza de vida, crean dependencia y producen a menudo efectos colaterales, incluso graves, que descubren les mismes pacientes dado que los estudios estadísticos son raros (como dice Piero Cipriano en su libro Manicomio Chimico). Además en la página 56 con el título “Los neurolépticos (o antipsicóticos) deberían haber eliminado la esquizofrenia y en cambio la han hecho crónica” dice que los llamados antipsicóticos de hecho son sólo neurolépticos término acuñado por Jean Delay (uno de los médicos que descubrieron el efecto sedativo sobre los síntomas “floridos” de los psicóticos en el 1952 del primer fármaco clorpromazina, que yo tomo) del griego neuro (nervioso) y lepsis (bloque). “Nombre para mi más honesto respecto al inventado después, antipsicótico, porque representa mejor la capacidad de tales remedios de inducir un estado di inercia psicomotriz, indiferencia emotiva y desapego afectivo (neurolepsia)”. Mi ex doctora quería que volviera a tomar el Ziprasidone que por el momento suspendí porque estoy buscando un embarazo y tiene menos investigaciones sobre eso. Cipriano dice que se prefieren estos antipsicóticos atípicos porque tienen menos efectos colaterales y son propuestos como remedios más eficaces en el tratamiento de los síntomas, así como en las psicosis graves crónicas y resistentes a los neurolépticos tradicionales. Pero las síndromes, en estos años, no mejoraron… por lo tanto son sólo neurolépticos que crean cronicidad? En realidad yo non siento el desapego afectivo, indiferencia emotiva e inercia psicomotriz, pero la doctora me dijo que los tendría que tomar por siempre, entonces soy crónica… y leer que lo que tomo da estos efectos me preocupa… yo en cambio siento que los remedios paran mis pensamientos paranoicos… pero no quiero depender de ellos para siempre.
Creo que cada persona
que los necesite debería ser libre de elegir con la ayuda de expertos, sin ser
tratada como objeto y sin que tomen su lugar. ¡Nosotres somos la única categoría
de enfermes a la cual se puede forzar por ley a tomar un remedio!
Además
participo en el grupo de usuaries expertes “palabras reencontradas” en el que
se discute a la par entre “usuaries de salud mental”, familiares, profesionales
y ciudadanes sobre temas que se deciden en conjunto. En ese ámbito surgió mi
experiencia de Mad Pride (loques orgulloses) que ha sido estímulo de nuevas
reflexiones que quiero compartir. Por último tengo formación de psicóloga y me
defino especializada en psicosis porque pienso que mi formación más importante
derive de aquella fuerte experiencia de vida, me gusta estudiar el asunto así
que querría hablar también de ciertas cosas que me mueven pensamientos.
Traté de escribir durante la crisis, hice dibujos
con la ayuda de mi amiga titiritera que me sostuvo siempre mucho en esos
momentos, pero la dificultad de vivir en ese estado aumentaba al querer
volcarla en una hoja en blanco.
Después de años de eso siento que me gustaría
escuchar mis delirios, porque merecen dignidad y quizás porque así me den menos
miedo, pero también para poder entender mejor mi propio brote, mi otra visión
del mundo. Dado que siguen apareciendo, creo que voy a tener que convivir con
ellos por el resto de mi vida.
Los delirios ahora se me presentan como sueños o a
veces como pensamientos con más desapego.
Mi psiquiatra estuvo de acuerdo con que
escribiera, diciéndome que existe la “terapia auto-narrativa”, lo que le daría
una legitimidad científica, que supongo la deja más tranquila. Ella no está de
acuerdo que el análisis del síntoma pueda ayudarme, cree que la psicosis despersonaliza,
mientras que yo creo que dado que las manifestaciones son específicas de cada
persona psicótica algo dicen a cada una de nosotras y si analizo las mías puedo
obtener más herramientas para enfrentarlas.
¡Es alucinante (o delirante, si prefieren) que
nosotres tengamos que tranquilizar a quienes tendrían que ayudarnos a construir
instrumentos personales para seguir viviendo lo mejor posible!
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